Archivo diario: 22 diciembre, 2020

Navidad 2020

Querido amigo:

El año de la peste nos pilló ufanos porque habíamos cumplido con el Génesis: “Creced y multiplicaos, someted la tierra y dominar a los peces del mar, las aves del cielo y a todo animal sobre la tierra”. Ya hacía tiempo que habíamos domesticado a la naturaleza y construido un mundo hipertecnológico y aséptico. Es cierto que la vida seguía siendo un bien precario de la que sólo disponíamos en usufructo por un tiempo incierto, pero con la venia de la medicina la estirábamos y, cuando aparecía infalible en nuestras cercanías, la exorcizábamos con ceremonias escuetas para que no conturbara al prójimo ni nos afligiera en exceso. Fue entonces que se nos hospedó un fósil viejo, de cuatro mil millones de años, más antiguo que Luca nuestro común ancestro celular, que nos aniquila porque lleva inscrito en su material genético el mismo algoritmo que creíamos nos había sido otorgado en exclusiva por la divinidad: “creced y multiplicaos”.

Es estimulante que la divinidad te escoja porque tú lo vales como especie, como pueblo o como creyente para someter la tierra y dominar los peces del mar, etc. Te sube la autoestima y te engalla el ego. Fue Galileo quien primero nos bajó los humos al constatar que no éramos el centro del universo, después Darwin nos redujo a un efecto de la evolución y, cuando fuimos capaces de secuenciar nuestro genoma descubrimos que coincidía en un 96% con el código genético del chimpancé y en un 60% con el del plátano. Uno de nuestros pensadores más notables, Harari, nos somete a otra cura de humildad poniendo en duda que tengamos libre albedrio. Hubo otras divinidades que nos advirtieron de nuestra insignificancia y de la necesidad de pactar con la naturaleza pero no les hicimos caso. Creímos que someterla nos hacía invulnerables. Hoy sabemos que la burbuja de nuestro mundo tiene las paredes de vidrio.

La biodiversidad está en caída libre y hace tiempo que estamos por debajo del umbral de seguridad. En los últimos cuarenta y cinco años han desaparecido el 68% de los vertebrados y la deforestación propicia una mayor interacción entre vida silvestre, ganado y ser humano, lo que hace que se incremente la probabilidad de enfermedades zoonóticas como el Ébola o la Covid-19. Hace sólo treinta años salías al campo y te acompañaba una algarabía de trinos, gorjeos, reclamos arrullos, graznidos, bufidos, rebuznos, mugidos, zumbidos… hoy el sonido en el campo es tan apagado como el de un monasterio, ni siquiera te atormentan los mosquitos, aún menos las abejas que mueren en enjambre envenenadas con nuestros insecticidas. Hace veinte años te ensimismabas mirando el cielo nocturno cuajadito de soles lejanos, hoy no sabes si aquello que brilla es la estrella a la que pediste un deseo, o uno de los satélites de Elon Musk reflejando la luz vieja de las constelaciones en su lomo.

Las leyes de la física son inexorables, cuando se produce una catástrofe cósmica origina ondas gravitacionales que distorsionan el espacio-tiempo. La catástrofe de la pandemia también distorsionará el espacio-tiempo de esta cultura anclada en el ombliguismo, la codicia y la falta de empatía donde los nuevos cachivaches, que debían ser vectores de conocimiento y colaboración, nos empobrecen intelectual y éticamente en vez de aflorar las nuevas ideas. Estoy con Alessandro Baricco cuando afirma que “ahora por fin ocurrirá algo”, aunque no suscribo su pesimismo.

De hecho ya está ocurriendo. Te anoto algunos detalles en cinco ámbitos: El sociológico, lo hemos visto en la abnegación del sector sanitario y de todos los agricultores, transportistas, reponedores, servidores públicos… que han estado y siguen jugándose la vida en primera línea demostrando que la sociedad, en situaciones de estrés, funciona sin tanto gurú, directivo, Ceo, famoso… ni tanta remuneración estratosféricas que no tiene más justificación que la avaricia. El científico, donde la cooperación y el conocimiento humanos, basados en el descubrimiento de una pareja de inmigrantes turcos, han conseguido una vacuna contra el virus en menos de nueve meses con una metodología novedosa que, a buen seguro, será un salvoconducto contra otras infecciones víricas y contra el cáncer. En el económico, Europa se endeuda por primera vez para hacer frente a la crisis y, su Parlamento, legisla para ejercer un control riguroso del uso de los datos personales por parte de los monopolios tecnológicos que nos parasitan; por su parte, el Congreso de EEUU está dispuesto a trocear esos mismos monopolios. El ambiental, hace tan sólo diez días la UE ha pactado incrementar del 40% al 55% la reducción de emisiones de efecto invernadero para 2030. En el político, dentro de un mes Donald Trump, ya desactivado, puede constituirse en la mejor vacuna contra los populismos. No te niego que también hay elementos para la desazón pero, como sabes, soy un optimista irredento.

Cuánto daño ha hecho el Génesis y la frase porque yo lo valgo. Y cuánto daño nos ha infligido el 2020.

Mi deseo, que te cuides mucho.

Felices Pascuas.

22 de diciembre de 2020

J. Carlos

P.S.: Te participo que, por esta vez, al terminar la ceremonia de las uvas despediré al año viejo con la tonada: Se va el caimán, se va el caimán… Después, brindaré por el nuevo año y por ti y por mí, supervivientes.